Estudiosos de la cultura del subdesarrollo hispanoamericano igualmente señalan la herencia histórica y las raíces culturales como factores que han determinado el rezago en el progreso y modernización institucional en América Latina.
En nuestro anterior artículo citamos a Gunnar Myrdal como uno de los investigadores más notables en la búsqueda de las razones del subdesarrollo mediante su extensa investigación sobre las causas de la pobreza de los países del sur de Asia, lo que lo llevó a afirmar que en la misma pesaban, en forma determinante, factores culturales. Criterios similares habían formulado anteriormente otros científicos sociales, igualmente destacando la estrecha relación entre cultura y desarrollo. Ese fue el caso del sociólogo alemán Max Weber quien, en 1904, en sus notables obras La ética protestante y El espíritu del capitalismo exploró las relaciones entre las creencias religiosas y los valores y actitudes hacia el trabajo y el logro. Igualmente Joseph Shumpeter, en 1911 publico un estudio sobre La teoría del desarrollo económico, en el que destaca la importancia de la vocación emprendedora y la creatividad humana como factores claves para lograr el desarrollo en un entorno de capitalismo democrático.
Cinco décadas después el sicólogo David Mc Clelland, en su libro The achieving society, publicado en 1961 señalaba que las motivaciones humanos y las tendencias al logro durante la niñez representan factores básicos para explicar porqué sociedades o grupos son más motivados al progreso que otros. Así mismo los académicos y científicos políticos Gabriel Almond, Sídney Verba y Lucian Pye, en dos obras que publicaron a principios de 1960’s The civic cultura y Political culture hicieron un estudio comparativo de varios países, de lo cual concluyeron que la "cultura cívica" y las actitudes de las personas hacia la democracia y el consenso son elementos fundamentales para explicar la coherencia o consenso social y El Progreso logrado en cada país. Conviene destacar que ese concepto de cultura cívica ha sido ampliando posteriormente en los estudios de Pierre Burdie, Albert Hirschman, James Coleman, Robert Putnam y Francis Fukuyama, entre otros, quienes han desarrollado el concepto de Capital Social como una visión más amplia de la idea de cultura cívica con otros valores o patrones culturales, como la asociatividad, la promoción de la confianza interpersonal y la solidaridad, como factores claves para impulsar el progreso en democracia.
Estudiosos de la cultura del subdesarrollo hispanoamericano igualmente señalan la herencia histórica y las raíces culturales como factores que han determinado el rezago en el progreso y modernización institucional en América Latina. Entre esos aportes se destaca la obra del periodista venezolano Carlos Rangel Del buen salvaje al buen revolucionario, en la que el autor presenta un controversial análisis comparando lo que denomina "el fracaso" de América Latina, en contraste con "el éxito" de la América Anglosajona -Estados Unidos y Canadá-, y señalando que la herencia cultural hispánica es la causa principal de la actitud negativa de la sociedad latinoamericana hacia el desarrollo y el modernismo que el autor identifica como el desarrollo económico capitalista. Para Rangel España promovió en América Latina una sociedad notablemente cerrada, mientras que la herencia cultural derivada del mercantilismo hispánico, con sus prácticas monopólicas, privilegios, restricciones o rechazos a la libre actividad económica, contrastaban con el ambiente de libertad en todas las actividades que fue promovido por la herencia cultural anglosajona en las colonias de la América del Norte. Los patrones culturales negativos heredados de España por las colonias iberoamericanas - señala Rangel- se manifiestan en la existencia del intervencionismo gubernamental, el tráfico de influencias, el soborno, el fraude fiscal, la burocratización de la función pública, y la corrupción, que son todos valores negativos causantes del déficit de desarrollo económico y la fragilidad institucional que caracteriza a la América Latina. Esa herencia negativa -dice Rangel- contrasta con las raíces culturales de las colonias de la América del Norte, ya que la Corona española trasplantó a sus colonias en América del Sur sus propios valores culturales prevalecientes en los tiempos de la conquista y colonización expresados en el oscurantismo, la reprensión política y el anti-liberalismo que eran anti-valores característicos de la sociedad Hispana de los tiempos de la "contrarreforma". Esa realidad histórica fue completamente opuesta a la determinada por los patrones culturales originales sembrados en las trece colonias norteamericanas que -inclusive- antes de la independencia eran muy probablemente las sociedades con mayor libertad que habían existido. Para Arturo Uslar Pietri la conquista y colonización española le legó a la región una herencia cultural en la cual la generación de riqueza no estuvo ligada al trabajo productivo, ya que esa gesta fue básicamente motivada por la búsqueda de la riqueza fácil, de allí la famosa leyenda de "El Dorado", una expresión de la conquista de la riqueza por el azar, en el empeño por conseguir minerales preciosos abundantes en los territorios conquistados.
En la próxima y última entrega sobre este tema haremos referencia a visiones mas reciente de otros autores con propuestas de otros factores que, a nuestro juicio, se han incorporado en la cultura contemporánea del subdesarrollo y actúan como rémoras al progreso de América Latina por lo que se impone la necesidad de cambios fundamentales para que la región pueda superar esas trabas y enrumbarse, sin complejos hacia un desarrollo humano sostenido e inclusivo.
Fuente: Diario El Mundo.