No hay forma de asumir las dificultades de la vida sin contar con la cualidad del optimismo. Hay épocas en donde la desolación hace estragos. Todo se confunde en esa sensación de hundimiento o de vacío en la que todo se da por perdido. El papa Francisco se refirió alguna vez a esa terrible condición espiritual, aludiendo a lo que le había ocurrido a Job, ese personaje de la Biblia que fue objeto de una apuesta terrible entre Dios y Satán. “La desolación espiritual es algo que nos sucede a todos nosotros: puede ser más fuerte, más débil… Pero aquel estado oscuro del alma, sin esperanza, difidente, sin ganas de vivir, sin ver el fin del túnel, con tanta agitación en el corazón y también en las ideas… La desolación espiritual nos hace sentir como si tuviéramos el alma aplastada: no logra, no logra, y tampoco quiere vivir: ‘¡Es mejor la muerte!’. Es el deshago de Job. Mejor morir que vivir así. Nosotros debemos comprender cuando nuestro espíritu se encuentra en este estado de tristez